miércoles, 14 de diciembre de 2011

Restaurar un suelo de madera

La entrada de hoy tiene aspiraciones de resultarle útil a alguien, aunque no voy a negar que parte de la motivación de escribirla haya sido "presumir" de mis logros.

Cuando nos vinimos a vivir a este piso, el trato con mi amiga, la dueña, fue que, a cambio de unos meses gratis, le arreglaríamos algunos desperfectos que tenía. Pero, primero por dinero y luego por tiempo, lo fuimos postergando, y ahora que nuestra mudanza es inminente, llegan las prisas.

Con respecto a esto, os contaba el otro día lo de las molduras de las puertas de cuarto de baño (que, por cierto, os sorprenderá saber quedaron muy bien). Pero al lado de lo que acabo de terminar de hacer hoy, creo que podemos decir que eso fue una insignificancia.

Hoy, con gran orgullo y satisfacción, puedo anunciar y anuncio, que he terminado de restaurar el suelo de madera del comedor. Redoble de tambores, por favor.

La idea inicial era ponerle por encima tarima flotante, pero como nos acabamos de gastar todos los ahorros en la compra de la casa, pensé que restaurar el suelo de madera que había sería más barato. A día de hoy os diré que temo haberme equivocado, pues ya sólo entre papel de lija y barniz casi gasté lo que habría costado la tarima, por no decir nada de que me cargué una lijadora y tuve que comprar una nueva (lo cual me lleva a desaconsejaros enérgicamente el uso de herramientas baratas), ni de las horas que puede ocupar lijar un suelo con herramienta doméstica, lo que cansa, cómo te deja las rodillas, o la cantidad de polvo que levanta.

De todas maneras, no me arrepiento de haberlo hecho así; en honor a la verdad, no es que haya sido lo más divertido que he hecho en mi vida, pero he aprendido mucho de la experiencia, y estoy muy contenta del resultado. Así que ahora os voy a contar, no exactamente cómo lo hice, sino cómo debería haberlo hecho, teniendo en cuenta las lecciones aprendidas.


Paso 0: Protegerse

Antes de empezar, conviene acordarse de los complementos de protección: odilleras, mascarilla y gafas protectoras son muy necesarios. Yo el primer día no los usé y os aseguro que fue un error.  A la mañana siguiente tenía las rodillas como boniatos, me dolía la garganta y me escocían los ojos. Si a eso sumamos las agujetas tenemos el pack "Pepa destrozada" completo.





Paso 1: Vaciar y aislar la habitación

Lo de vaciar la habitación supongo que resultará evidente para todos, pero lo de aislarla, por lo menos para mí, no lo fue tanto.

Resulta que el comedor en cuestión tiene un gran hueco, sin puerta ni nada, que lo une a la cocina. En un principio, bloqueé ese hueco con los trozos de mi estantería a medio hacer, para que no pudieran pasar las perras y hacer alguna perrada. Muy contenta yo con lo lista que había sido por pensar en eso, me puse el primer dia a lijar como una loca, horas y horas dale que te pego con la lijadora de marca Ni-Su, hasta que ésta dijo "basta", salvándome probablemente de un vecinicidio inminente. Extenuada, me levanto y me dirijo a la cocina a sentarme para descansar. Aquí podría muy bien ir la música de la ducha de Psicosis, o algo así. Había que ver como estaba aquello de polvo, y no sólo la cocina, sino prácticamente toda la casa...

Moraleja:





Paso 2: Lijar, lijar, lijar sin parar...

Esto es más una cuestión de paciencia que de ninguna otra cosa, pero hay un par de detalles que viene bien tener en cuenta:

-Ir aspirando a la vez que lijando: lo ideal es poder conectar directamente un aspirador a la lijadora. En mi caso no fue posible porque no me encajaba ningún accesorio, pero fue un gran error no dedicarle un rato a hacer el McGyver y adaptar alguno, porque la que lié de polvo no se puede ni contar; estoy casi segura de que me llevó tanto tiempo limpiar como el lijar en sí.
- El lijado: yo consulté cómo hacerlo en Internet (siento no haber guardado la página), pero al final lo hice un poco como Dios me dio a entender. En resumen, la cosa es que hay que dar al menos dos pasadas: la primera con una lija gorda, con la que quites, si lo hay, el barniz previo u otras suciedades (en mi caso una capa grisácea, debida a que hace años que alguien se había cargado el barniz por completo con un producto químico... hay que ser cafre...), y la segunda con una más fina con la que elimines los arañazos dejados por la primera. Lo suyo es todavía dar una tercera capa con una lija de acabado, que deje el suelo lisito y suavito, pero la verdad es que a mi me pareció que tras la segunda pasada había quedado suficientemente bien... y estaba hasta las pelotas de lijar, la verdad...





Paso 3: Aspirar y limpiar a conciencia

Es muy importante, una vez lijado y antes de dar el barniz, eliminar todo rastro de polvo del suelo, porque si quedara polvo el barniz no quedaría bien liso.

Considerando que las partículas más finas siempre vuelven a salir de la aspiradora, lo que yo hice para terminar de quitar todo el polvo fue envolver una escoba con una camiseta vieja y barrer cuidadosamente con ella... Esto lo repetí con camisetas distintas hasta que vi que no se manchaba al hacerlo (4 veces).

Lo que sí, no se te ocurra en este paso utilizar una fregona ni nada húmedo, porque para aplicar el barniz la superficie tiene que estar completamente seca, aparte que creo que el polvillo se pegaría más a la madera con la humedad. Yo, de hecho, tuve puesto el deshumidificador a todo trapo unos días para que estuviese lo más seco posible.


Paso 4: aplicar el barniz

Este es, probablemente, el paso más agradable, fácil y rápido de todos. Prácticamente, lo único hay que tener en cuenta es qué barniz y qué brocha y/o rodillo utilizar, y para eso la verdad es que en cualquier tienda de bricolaje podéis informaros; no hace falta ni preguntar, en los propios productos hay información.

En mi caso, utilicé un barniz protector incoloro brillante, una brocha finita y un rodillo de pelito corto; lo que ponía en las etiquetas que era idóneo para parqué, simplemente. Importante, a la hora de comprar el barniz, fijarse en cuántos metros cuadrados cubre el bote y comprar como para dos capas. En mi caso, era exactamente un bote por capa, y de hecho me llegó justito justito.

A la hora de ponerse, obviamente, hay que empezar por la esquina opuesta a la puerta, para ir reculando según vayas avanzando sin pisar nada. Se supone que hay que aplicar primero con la brocha por los bordes, pero la verdad es que yo de eso pasé, porque todavía tengo que poner rodapiés, así que si no quedaba perfecto, ya se taparía. Para poder usar el rodillo, hay que tener algún recipiente plano en el que quepa; yo utilicé un tupper, que era lo que tenía. El procedimiento es: chorrito de barniz en el tupper, mojar el rodillo intentando que sea lo más uniformemente posible, y a barnizar se ha dicho (esto repetido hasta que acabemos la capa; insisto: sólo un chorrito de cada vez, para no empapar demasiado el rodillo).

Al aplicar la primera capa, como la madera se moja, el color se oscurece muchísimo, y los fallos se exageran un montón, pero que no cunda el pánico: según vaya secándose va aclarándose y mejora bastante la cosa (pero tarda días, que conste). Entre capa y capa hay que esper un mínimo de 24 horas (lo ponía en el bote del barniz), y conviene dar una pasadita de lija fina para que el acabado sea perfecto. Yo esto último tampoco lo hice, así que el resultado final no habrá sido como para ganar ningún concurso, pero aquí os dejo una foto final para que juzguéis vosotros mismos.


2 comentarios:

  1. Siempre se me olvida que actualizas el blog y llevaba eones sin leerte. Qué pena, porque qué bien escribes Pepiña... Por lo demás, te sigo idolatrando en este tipo de asuntos manuales, qué envidia además.

    Besos!!!
    Rubén.

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  2. Ruuu!! Que me sacas los colores!!! Gracias por pasarte, aunque hiciera eones de la última vez :D Besos!!!

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