Desde que cambiaron la hora soy un poco más feliz. Ya lo era desde que al salir a las siete del curro podía ver la luz del sol un ratito, pero es que ahora, por fin, tengo un par de horitas de luz (y aumentando) para disfrutar a tope de mi paseo diario con los perros, sobre todo si el tiempo acompaña como viene haciéndolo en los últimos días. ¿Y cómo se difruta a tope de un paseo con perros? Pues muy fácil: montas los perros y la bici en el coche, buscas una zona alejada y solitaria de caminos forestales y ¡a disfrutar! Además de cargarme mucho menos la espalda que caminar, la bici también me resulta mucho más divertida: me encanta la velocidad, el viento en la cara, la naturaleza, el peligro de un descenso vertiginoso... es genial... Y también es mejor para las perras, porque las dejo sueltas, se lo pasan pipa, tienen que correr bastante para seguirme, gastan mucha más energía y se quedan más tranquilas.
Bueno, de momento, sólo he salido en este plan tres o cuatro veces, pero me encanta y espero mantener la costumbre. Pero es que el último día casi me parto la crisma, al quedarme sin frenos en una cuesta abajo pedregosa, y encima el chucho chico se me puso por delante que casi me lo cargo... por suerte, conseguí solventar la papeleta sin heridos, pero hoy he ido a comprarme un casco, for if the flies.
Por ahora os pongo unas fotos de la zona por la que voy (las saqué caminando), para daros envidia más que nada, pero tengo ganas de hacer un vídeo con cámara subjetiva, así que a ver si en unos días lo pongo.
al principio del camino, una bonita silla abandonada |
principio del camino |
un viejo molino |
el camino al otro lado del río |
y al final del camino, aunque no os lo creáis, hay esto... |
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